viernes, 2 de diciembre de 2011

Teóricos de la criminologia

Cesar Lombroso


Nació en Verona, Italia, el 6 noviembre de 1835. César Lombroso fue un científico universalmente conocido por los importantes trabajos realizados en el campo jurídico. Desde muy temprano se dedicó a las letras, y a los doce años de edad, escribió la obra intitulada "Grandeza y Decadencia de Roma", que tuvo gran repercusión en los medios intelectuales de entonces.  
Sobre la obra de Mazolo, gran psicólogo italiano, escribió un artículo que fue publicado en uno de los periódicos italianos. Mazolo leyó ese artículo e invitó a Lombroso a su casa, pues deseaba conocer al nuevo escritor. Ante el pequeño, que contaba con sólo catorce años, quedó sorprendido, de su inteligencia precoz.
Estudió Medicina en las Universidades de Pavia, Pádua y Viena, graduándose en 1958, por la Real Universidad de Pavia.
Famoso por los estudios en el campo de las relaciones físicas y mentales que más tarde se conoció como antropología criminal.
Fue profesor de psiquiatría, de medicina forense e higiene en la Universidad de Pavia, así como profesor de psiquiatría y antropología criminal en la Universidad de Turin.
En 1905, creó el célebre Museo de Antropología Criminal, que se volvió punto de encuentro para estudiantes y doctores del mundo entero.
Entre sus libros científicos, sobresalen: "El Hombre Delincuente" y "El Crimen, sus Causas y Soluciones".
 
Fue lenta y árdua, pero sin embargo, continua y segura, la marcha de Lombroso rumbo al Espiritismo. Al comienzo, ridiculizaba las manifestaciones psíquicas. Se burlaba de los médiums y de las "mesas girantes". Llegaba hasta a insultar a los Espíritas. Entre tanto, cierta vez, a través de una carta de su amigo Ercole Chiaia, llegó a su conocimiento la figura de una mujer Napolitana, analfabeta, de clase humilde, robusta y que se llamaba Eusápia Paladino. Escéptico se rehusó a asistir a las sesiones, teniendo como Médium a la gran Eusápia Paladino. Pero su amigo Chiaia insistió tanto, que Lombroso, hizo absoluta la decisión de imponer sus condiciones. Los demás participantes de las reuniones, inclusive la Médium, aceptaron todas las condiciones impuestas por Lombroso. Así, en marzo de 1891, con la presencia de Lombroso y bajo fiscalización rigurosa, estando la Médium asegurada por dos personas, desarrollaron los fenómenos de transporte de objetos, de materializaciones parciales, de tiptologia (mensajes obtenidos por medio de golpes), de voces directas y otros del mismo tipo. Después de todo lo que presenció, sin ningún tipo de dudas, Lombroso se rindió ante la Verdad y confesó: "Estoy muy avergonzado y disgustado por haber combatido con tanta insistencia la posibilidad de los hechos llamados espiríticos; pero los hechos existen y de ellos me enorgullezco de ser esclavo".
De ahí en adelante, Lombroso no tuvo dudas en cuanto a la sobrevivencia y comunicabilidad de los Espíritus.
Fue entonces cuando empezó a realizar trabajos de investigación con la Médium Eusápia Paladino. Estas investigaciones se fueron sucediendo y fueron progresando. Con el ectoplasma desprendido por Eusápia, Lombroso, siempre vigilante, obtuvo revelaciones maravillosas. Dichas revelaciones vencieron la desconfianza científica de Lombroso y no dejaron de iluminar también su Conciencia Moral. En una de esas sesiones, se fortaleció aún más la plena convicción de Lombroso, ante la materialización del Espíritu de su madre. Eusápia le prometió una sorpresa a Lombroso y ésta se concretizó a través de la materialización del Espíritu de su propia madre. La madre de Lombroso se materializó y aproximándose a su hijo le dijo: "César, hijo mío" y después retirándose por un momento, vio que le cubría la cara y le dio un beso. Lombroso confiesa que, en el instante en que ocurría la materialización del Espíritu de su madre, Eusápia tenía las manos agarradas por dos personas y que la estatura de Eusápia era más alta que la del Espíritu materializado de su madre.
Escribió varias obras, tanto en el campo de la Medicina, como de la filosofía, además de otras sobre psicología, psiquiatría y sobre Espiritismo; no podemos dejar de citar la "Investigación Sobre los Fenómenos Hipnóticos y Espíritas", a través de la cual relata todas las experiencias realizadas, no sólo con Eusápia Paladino, sino también con otros médiums de efectos físicos, como Elizabeth D’Esperance y Politi.
Lombroso desencarnó serenamente en los brazos de su talentosa hija Dra. Gina, el día 19 de octubre de 1909, en Turín, a los 74 años de edad.



Las teorías de Lombroso sobre el delincuente
Lombroso dijo que las causas de la criminalidad son de acuerdo con la forma, causas físicas y biológicas.
Un aspecto particularmente difundido de la obra de Lombroso es la concepción del delito como resultado de tendencias innatas, de orden genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.). Sin embargo, en sus obras se mencionan también como factores criminógenos el clima, la orografía, el grado de civilización, la densidad de población, la alimentación, el alcoholismo, la instrucción, la posición económica y hasta la religión[1]
Un rasgo llamativo en su obra es la crudeza con que expone algunas de sus conclusiones, que resulta aún más chocante a la luz de las ideas que predominan en la criminología luego del ocaso de la escuela positiva. Esta crudeza puede deberse a la tendencia positivista a despojar el discurso científico de toda otra consideración aparte de la mera descripción de la realidad, eludiendo juicios morales o sentimentales.
Por ejemplo, refiriéndose a lo que él llama la terapia del delito, dice:
"En realidad, para los criminales natos adultos no hay muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos[.]Otro rasgo característico de la obra de Lombroso es la precariedad de su método científico, frecuentemente de la observación empírica, a veces sobre la población, y de relaciones de causalidad escasamente fundadas. Por ejemplo, de la comparación entre la temperatura anual media en las distintas provincias de Italia y el índice de homicidios en cada una de ellas concluye Lombroso que el calor favorece este tipo de delitos.[]
La posición según la cual los delitos son producto de estos diversos factores determinantes, lleva lógicamente a bregar por un código penal que los prevea y ajuste las condenas a la existencia de esos mismos factores, dejando de lado las preocupaciones de la llamada dogmática penal. La pena tiene como objetivo según Lombroso la defensa social, entendida como neutralización del peligro que para la sociedad representan ciertos individuos que no pueden dominar sus tendencias criminales. Al mismo tiempo, tiene el fin de intentar una readaptación en los casos en que fuera posible.
La concepción de Lombroso torna irrelevante el estudio de la imputabilidad del sujeto, puesto que –según se deriva lógicamente de sus postulados todos los criminales son inimputables, y cuanto menor sea su responsabilidad, mayor es su peligrosidad. Esta idea se opone agudamente a las concepciones más frecuentes entre abogados y juristas, a quienes Lombroso criticó, sosteniendo que pretendían aminorar la pena precisamente para los individuos más peligrosos.

Enrrico Ferri

(San Benedetto Po, 1856-Roma, 1929) Criminalista y político italiano. Es el máximo representante italiano de la escuela positivista de derecho penal y está considerado como el creador de la criminología moderna. Como seguidor del positivismo imperante durante la segunda mitad del siglo XIX, aceptó por completo las implícitas actitudes deterministas de tal corriente. Ya en la tesis de su doctorado, La teoría de la imputabilidad y la negación del libre albedrío, destaca netamente este aspecto de su formación espiritual y de sus ideas: cree que el delincuente actúa por causas ajenas a su voluntad y que deben buscarse en la sociedad. En 1878, un año después de su doctorado, Ferri publicó su tesis en Florencia, reelaborada y ampliada.
La primera parte de su tesis trata de refutar en sentido filosófico los argumentos que pretenden sostener el libre albedrío, suponiendo un riguroso determinismo que se aplica también a las actividades humanas: éstas son espontáneas, pero siempre necesitadas de motivos que quitan la libertad. Aplicando estas premisas al derecho penal, Ferri afirma que el delito es imputable al delincuente, pero no deseado libremente por éste; en realidad, actúa por causas que física o psíquicamente condicionan su voluntad. Por tanto, la sociedad no puede castigar, sino tan sólo defenderse contra el desorden que el individuo produce en una convivencia humana organizada; la sociedad debe asimismo prevenir el delito, evitando los motivos del mal y acrecentando en diversas formas los del bien.
La teoría de la imputabilidad, examinada desde este punto de vista positivista, forma la segunda parte de su tesis, donde son estudiadas las causas dirimentes y atenuantes de la misma imputabilidad, como la falta de discernimiento, la enfermedad mental, el sueño y la embriaguez, el impulso de los afectos, etc., porque la amenaza legislativa con que la sociedad apremia para prevenir, y la medida de su defensa, en caso de que el delito se haya perpetrado, no pueden actuar si no son previstas por la razón. En el aspecto filosófico, los argumentos de que se vale Enrico Ferri para negar el fundamento del libre albedrío son hoy reconocidos como de escaso valor y casi ingenuos; sin embargo, se le reconoce el mérito de haber dado a conocer a los juristas la gravedad del problema, en vez de adaptar sus soluciones a normas tradicionales gratuitamente aceptadas.
Ferri enseñó en las Universidades de Turín, Siena y Roma y, prosiguiendo sus estudios, siempre inspirados en la escuela criminalista positiva, publicó en 1900 Sociología criminal, sin duda su más ambiciosa e influyente obra, en la que resumió en forma orgánica su pensamiento. El agudo interés por la sociedad y su organización le hizo considerar con simpatía el socialismo: militó en el partido socialista y dirigió el diario Avanti! de 1900 a 1905. Sin embargo, interpretó igualmente el socialismo desde el ángulo positivista y lo juzgó derivación del darwinismo y del evolucionismo de Spencer en textos como Socialismo e criminalità y Socialismo e scienza positiva. Ello le indujo a alejarse del partido socialista cuando derivó hacia un más riguroso marxismo, y a acercarse al fascismo.

Raffaele Garofalo

 Nace en Nápoles, Italia, en 1851. Antes de formar parte de la Escuela Positiva, Garófalo, había ya publicado algunos escritos, que serian de mucha importancia para la nueva escuela, pues daba las bases y la orientación jurídica necesaria, además de conceptos como: peligrosidad y prevención especial y general. Entre sus obras se destacan: 'Estudios recientes sobre la Penalidad', 'Criterio Positivo de la Penalidad' y su trabajo principal: "Criminología".

La gran preocupación de Garófalo fue la aplicación de la teoría Criminológica a la práctica, tanto en el aspecto legislativo como en el judicial, así, hace el primer esquema de las penas de acuerdo no al delito, sino a la clasificación del delincuentes. Aparte de las diferencias filosóficas, su desacuerdo con sus colegas fue en cuanto al determinismo absoluto, que no podía aceptar, y en cuanto a la pena de muerte, de la cual Garófalo era un ferviente partidario.

Garófalo participó en diversos Congresos Internacionales de Antropológia Criminal y fue profesor de la universidad de Nápoles.

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